viernes, 10 de junio de 2011

La música como soundtrack, es bonita pero no tanto.

La vida debería tener un soundtrack. Sí, debería. Cuando encontramos algo maravilloso, debería sonar la musiquita de The Legend of Zelda cuando abrimos un cofre y hay un buen item;  la canción de las tiendas cuando estemos en una; o cuando superamos un reto, Victory Fanfare de Final Fantasy (esos son mis referentes, eligan sus canciones de acuerdo a como ustedes lo vean). Sería genial, ¿no?

Pero, sí tenemos soundtracks en nuestra vida. Todos los días estamos creando playlists que llenan nuestras actividades. Les ponen un fondo que las hace menos pesadas, es como pasárselas con agua. El problema es que, no sé si a todos les pase, la música se convierte sólo en un fondo,  la disfruto pero, no la aprecio.

Tenemos música para diseñar, para dibujar, para escribir, para pensar, para dormir, para jugar, para leer, para comer, para hacer deberes, para trabajar, para amenizar; y en algún punto se perdió la música para escuchar, para prestarle atención y descubrir cada cosa nueva que nos ofrece. Son como cuadros que decoran la casa, pero nunca nos detenemos a mirar.

Es sólo una pequeña reflexión, quiero volver a escuchar música. Como cuando descubrí los pequeños silbidos en el fondo de "Leech" de Incubus, o la segunda voz de Daniel Johns en "Without You", y las orquestas de "Tuna In The Brine". Vivan los sonidos y viva la poesía, siempre hay algo nuevo que descubrir en ellos.

Juank

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